Profesor Manuel Gárate, su investigación de la historia reciente y la importancia del trabajo interdisciplinario

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El profesor Manuel Gárate se integró al Instituto de Historia el primer semestre de este año, luego que se resolviera el Concurso académico internacional en Historia de Chile Contemporáneo, al que nuestro Instituto convocó en abril del 2018.

Manuel Gárate es Licenciado y Profesor en Historia por nuestra Universidad, Magíster en Ciencia Política, por la Universidad de Chile, y obtuvo su doctorado en Historia en la Escuela de Altos Estudios de París (EHESS) el año 2010. Ha sido investigador principal y coinvestigador de proyectos Fondecyt, Conicyt/UK y Núcleo Milenio. Sus principales líneas de investigación son la Historia de tiempo presente (siglo XX y XXI), Historia de la transformación económica de Chile, rol de los economistas y la influencia que tienen en el país, y la Historia de las representaciones visuales de la dictadura.

El profesor recuerda sus años cursando la carrera de licenciatura en Historia y señala que fue uno de los primeros tesistas que tuvo el profesor Claudio Rolle a su regreso de Italia: “Él me permitió hacer una tesis que en ese momento para mí presentó un desafío, pero también la posibilidad de incursionar en la historia reciente de Chile. Claudio siempre me abrió esa ventana, y creo que gracias a él me dedique a la historia de tiempo presente. Por eso también es un gusto volver y encontrarlo: ser colegas hoy cuando fui su estudiante a principios de los ‘90”.

El académico no solo ha ejercido la docencia en aulas universitarias, sino que también impartió clases de historia en colegios: “Si uno logra que estén atentos, es la mejor escuela. Yo siempre discuto aquellos que dicen que uno tiene que ser entretenido, uno no es un humorista, pero tiene que ser cautivante y lograr generar interés en la audiencia”.

Manuel Gárate relata que cuando comenzó a plantearse qué estudiar, la historia no era su primera opción: “Originalmente quería ser periodista, porque me interesaba trabajar el tiempo reciente, encontraba que la historia no llegaba a los periodos que me interesaba estudiar, y después me di cuenta, y agradezco mucho a Claudio, que la historia sí podía entrar ahí y lo podía hacer bastante bien”. 


¿Por qué decidió volver al Instituto de Historia como académico?

Yo siempre mantuve vínculos con el Instituto de Historia, para mí fue muy importante la formación aquí, a pesar de que después estudié Ciencia Política y pedagogía en Historia, y que trabajé en otras universidades y también en empresas privadas, pero siempre estaba ese vínculo y ese deseo de regresar.

En el 2004 me fui a hacer un doctorado a Francia en Historia del tiempo reciente, en un tema que cubría desde el año 1973 en adelante, y posteriormente a mi regreso me invitaron a impartir cursos en el Instituto. En esa época tuve la posibilidad de venir como profesor. Siempre tuve ganas de volver: me gustaba el ambiente del Instituto, las líneas de trabajo. Pensé que podría ser un aporte trabajar el tiempo reciente, que era algo que no se había desarrollado cuando yo estudié.


¿Qué cosas destaca del Instituto y qué cree que le puede aportar su incorporación?

Destaco del Instituto que da una formación muy completa, como yo me doctoré en Europa sentí que allá no me faltó nada y la formación que recibí aquí fue muy buena, tanto en lo historiográfico como en lo metodológico. No tuve ningún problema para realizar estudios afuera, creo que también la forma de trabajo en seminarios me permitió acomodarme fácilmente al sistema universitario francés. Y la autonomía, es por eso que le agradezco a Claudio la posibilidad de permitirme trabajar un tema de tesis de manera autónoma, porque me permitió trabajar de la misma manera en Europa.

Yo creo que lo que aprendí en el extranjero sí puede ser un aporte: el haber trabajado mucho de manera interdisciplinaria. Todas las cosas que he hecho, son siempre con otros profesionales del área de las ciencias sociales, de la ciencia política, de la sociología y también de la antropología. Eso es una cosa que yo sé que existe, que se hace, pero en el cual puedo hacer un aporte.

Y también el trabajo con tecnologías informáticas: trabajo me gusta el desarrollo de herramientas informáticas para el trabajo en historia, desde fichaje hasta imágenes, catalogación de imágenes, creación de base de datos. Eso también fue una formación bastante autodidacta, pero también pude desarrollarlo dentro de la línea que hoy se conoce como las humanidades digitales. 


¿Cómo implementa la tecnología en la sala de clases?

Trabajo bastante con fotografía digital. A fines de este semestre estoy invitado a un seminario en Francia sobre nuevas formas de enseñanza en materia universitaria, y voy a ir con una ponencia sobre el uso de la fotografía en la enseñanza de la historia reciente.

Al trabajar el tiempo reciente tengo una ventaja, porque hay mucha fuente documental que es video y fotografía, por eso me gusta trabajar mucho con los periodistas porque creo que fueron muy importantes en el desarrollo de la historia, no solamente como generadores de fuentes, sino también como investigadores. 


¿Cuáles son los cursos que imparte?

Durante este semestre son dos: uno es “Teoría de la historia”, un curso troncal donde se trabajan muchos conceptos, se trabaja también la idea de la imaginación histórica y donde incorporar temas tecnológicos es más desafiante, pero lo estamos haciendo. Analizamos cortos de video y fotografías digitales. Y en  algunos momentos insisto en que usemos el smartphone, pues no lo veo como un enemigo, lo usamos en ocasiones para buscar y complementar información. 

Y el otro curso se llama “Chile contemporáneo”, Chile en el siglo XX, que yo lo estiroun poco más y tratamos de llegar hasta el 2010, donde en el fondo vemos los principales acontecimientos, corrientes históricas, grandes desafíos y las grandes crisis que ha vivido el país en el siglo XX y XXI, mirado desde un óptica social, económica y cultural.


¿En qué investigación trabaja actualmente?

Tengo un  proyecto que debiera transformase en un Fondecyt muy pronto, es sobre cómo cambió la forma de enseñar la economía en Chile durante los años ‘70 y ‘80. Se habla mucho de los Chicago Boys, pero lo que me interesa es comprobar qué pasó realmente a nivel del aula universitaria, de los planes de estudio y de la bibliografía. Comprobar con documentos, entrevistas y con fuentes, efectivamente lo que pasó en la enseñanza de la economía, y la formación tanto de economistas como ingenieros comerciales y eso incluye revisar archivos de las universidades que existían en esos años.


¿Algún artículo que haya publicado recientemente?

También me interesa mucho la cuestión de los archivos de derechos humanos, acabo de enviar un capítulo y un artículo sobre el uso de los archivos, sobre todo de la Vicaría de la Solidaridad, para conocer la verdad de lo que pasó en Chile y cómo esto ha repercutido en la justicia y en los casos que hasta el día de hoy se están llevando a cabo, muchos de ellos bastante mediatizados.


¿Tiene prevista alguna actividad en el Instituto?

He conversado con colegas y Claudio Rolle, quien trabaja sobre cómo las distintas generaciones se han imaginado el fin del mundo, porque eso tiene una historia: yo pertenezco a una generación donde el fin del mundo era sinónimo de la guerra nuclear. Y hoy en día, 30 años más tarde, el fin del mundo tiene más características ecológicas de cambio climático y eso que las bombas atómicas siguen existiendo. Y si uno va más atrás, el fin del mundo tenía características más religiosas y escatológicas. Para la generación que vivió la primera y segunda guerra mundial, a hecatombe final era morir en el campo de batalla.


¿Qué tan importante es para usted la colaboración con los colegas?

Yo creo que es un tema central, pero que nos cuenta porque en la disciplina de la historia, en general, hemos sido entrenados para trabajar solos, tanto en los archivos como en la escritura, la cual requiere también un espacio de soledad e introspección importante. Sin embargo, hay todo un trabajo que se puede hacer en conjunto y no solamente entre profesores de una misma facultad, sino también “cruzar las calles” del campus. Yo  trabajo mucho con sociólogos y tengo buena sintonía con los periodistas. Creo que tiene que ver también con el periodo en que trabajo. Al trabajar historia reciente, en el fondo trabajamos todos con las mismas fuentes y es más fácil la colaboración. Pero no es impedimento para que en otros periodos históricos eso también ocurra. 

Es central no solo hacer docencia, coloquios y seminarios, sino también hacer proyectos de investigación conjunta. Aquí se hacen. Esa es una de las razones por las cuales quise volver al Instituto.