Instituto de Geografía obtuvo siete años de acreditación en su pregrado

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Los procesos de acreditación “siempre son complejos”, señala el director del Instituto de Geografía, Federico Arenas, tras recibir la noticia de que el pregrado de esta disciplina fue acreditado por siete años. “Tienes que demostrar cómo se están haciendo las cosas y lo que se ha mejorado de acuerdo a exigencias de la acreditación anterior”, relata Arenas sobre la labor en equipo que se realizó antes de culminar con un informe de autoevaluación.

La primera acreditación de pregrado fue otorgada por un periodo de seis años y desde entonces, explica el director, se ha buscado impulsar “modificaciones curriculares y reubicación de cursos para entregar las herramientas necesarias al momento que los estudiantes entran a los seminarios de grado”.

Si bien, el primer proceso fue positivo, continúa Arenas, había aspectos que merecían ser mejorados en función de la evaluación. Por ejemplo, “incluir métodos cualitativos que hacían falta para potenciar una mejor comprensión de la relación entre la sociedad y medio natural”, asegura. Y esa fue una de las motivaciones que se consideraron para  reestructurar la malla. Así, hubo adecuación de algunos programas, de nombres y contenido; en los que “se volcaron las especialidades de los profesores para contribuir a mejorar lo que es una formación de geógrafo”.

Al respecto, uno de los mayores aprendizajes en ese sentido, fue “entender en todas sus dimensiones, que la malla se debe construir a través de una visión integrada  y articulada con los desafíos actuales de la sociedad, pues la esencia de  la geografía es la relación entre la sociedad y el medio natural que ella habita y transforma”.


El trabajo detrás de un proceso de acreditación

El proceso de acreditación involucró a un equipo conformado por autoridades y académicos del Instituto. El profesor Abraham Paulsen fue uno de los miembros fundamentales del proceso, pues fue quien lo implementó. El académico relató en profundidad en qué consistió este. “Primero se realizó una lectura del informe de autoevaluación que presentamos para la primera acreditación”, explica. 

Paulsen manifiesta que este año el equipo se dedicó a recopilar antecedentes y establecer las directrices del informe. Por otro lado, valoró que “al terminar el proceso anterior el director se comprometió a impulsar los cambios necesarios en la malla curricular, donde los alumnos fueron muy proactivos y participaron a través de propuestas”. 

“Paralelamente, habíamos pensado en establecer un sistema de gestión del instituto y la redacción de un nuevo reglamento ad hoc a la carrera de pregrado”, puntualiza.

Por otro lado, existe una serie de campos en los que el instituto destaca, agrega Paulsen. Entre las fortalezas, relevó el hecho de que hay un equipo de académicos que efectivamente enseña lo que investiga, es decir, se potencian las especialidades. “Hicimos ver que son académicos que se vinculan con el medio. El instituto ha instalado una voz en temas centrales como tener presencia respecto de la educación geográfica, desastres naturales y cambio climático global”, señala. 

Otras fortalezas, asegura el académico, son que el instituto ha logrado perfilar un modelo de trabajo con la sociedad con una malla curricular actual y se ha mantenido en contacto permanente con mercado laboral y sus egresados. 


Desafíos pendientes

El director del Instituto asegura que los desafíos del Instituto y la carrera de pregrado puntualmente, no pueden entenderse sin su relación con los desafíos del país, en los que esta disciplina puede aportar. “Mantener actualizada nuestra formación profesional es fundamental. Hoy se vuelve crítica la forma en que estamos ocupando el territorio. El primer deber es permanecer actualizados para seguir contribuyendo, a través de los profesionales que formamos y las investigaciones que realizamos, a la solución de los conflictos territoriales”.

Arenas recuerda que una reflexión fundamental se vincula a la noción de que los recursos no son infinitos. “La manera en que procesemos esto y ocupemos el espacio hará la diferencia respecto de cuán sustentable será nuestro territorio”, apunta.

Sobre los desafíos detectados a través del proceso de evaluación, Paulsen manifestó la importancia de ajustar la malla curricular y darle más consistencia a los optativos, pues “deberían ser líneas de formación alternativa para los estudiantes”. Al mismo tiempo señaló la necesidad de revisar la vinculación entre pregrado y magister; analizar las asignaturas críticas en primer año para mantener la motivación de los estudiantes para el segundo semestre; y buscar formas para que los procesos de autoevaluación sean reconocidos en sí mismos como procesos de acreditación.


INFORMACIÓN PERIODÍSTICA
Violeta Bustos, Dirección de Comunicaciones